sábado, 7 de septiembre de 2013

Emprendimiento: actitudes, actividad, y aspiraciones - I

En la literatura a lo largo del tiempo pueden encontrarse diferentes enfoques y, por lo tanto, diferentes definiciones sobre emprendimiento. Estas visiones históricas son interesantes porque reflejan el rol que juega el emprendimiento en cada una de las tres fases económicas que se han esbozado.
Se cree que fue Cantillon, en 1755, el primer estudioso que definió el concepto de emprendimiento. al calificar al emprendedor como "alguien dispuesto a soportar el riesgo financiero personal de emprender un negocio". Esta definición refleja el rol del emprendedor en la Europa del siglo 18. Está más relacionada con una noción estática del emprendedor y se refiere más al dueño de un negocio que al creador dinámico de empresas tal como lo entendemos hoy. 
Al final del siglo 19, la visión de Marshall estaba centrada en la clase empresarial y su importancia para la economía de mercado (Marshall, 1890). Él enfatizó el papel de los emprendedores como impulsores del proceso de producción y distribución, coordinando oferta y demanda, en el mercado, y capital y trabajo, en la empresa. La visión de Marshall se relaciona bien con la idea de los emprende- dores en sectores intensivos en escala, como un reflejo de la etapa basada en la eficiencia. Schumpeter (1934; 1942) fue pionero en vincular el aspecto dinámico del emprendimiento a la innovación y el desarrollo económico. Su concepto de la "destrucción creativa" puede ser relacionado directamente con el rol del emprendedor en las economias basadas en la innovación.
Los emprendedores introducen nuevos productos y abren nuevos mercados, mueven la frontera tecnológica hacia adelante y destruyen la actividad económica basada en las tecnologías más antiguas. Las visiones actuales sobre el emprendimiento varían y esto subraya la naturaleza multifacética de éste Davidsson (2004) identifica siete fenómenos asociados con el emprendimiento, mientras que Wennekers y Thurik (1999) aportan trece diferentes conceptos del mismo. En un estudio reciente, Godin y otros (2008) identifican seis elementos comunes al emprendedor.
Analizando en detalle las definiciones propuestas, los tres principales componentes que pueden ser identificados son: actitudes emprendedoras, actividades emprendedoras y aspiraciones emprendedoras (Acs y Szerb, 2008). Estos componentes están interrelacionados en un conjunto complejo de circuitos de retroalimentación. Por ejemplo, las actitudes positivas hacia el emprendimiento pueden incrementar la actividad y las aspiraciones emprendedoras, lo que a su vez afecta positivamente las actitudes, en la medida en que aparecen más modelos positivos que imitar. Del mismo modo, las aspiraciones positivas pueden cambiar la naturaleza de la actividad y, a su vez, cambiar las actitudes.
El grado en que las personas piensan que hay buenas oportunidades para comenzar un negocio, o el grado en que asignan un alto estatus a los emprendedores son, entre otros, indicadores de actitudes emprendedoras. Otras actitudes relevantes podrían incluir el nivel de riesgo que la persona está dispuesta a soportar y la propia percepción que el individuo tenga de sus propias habilidades, conocimientos y experiencia en la creación de un negocio. Las actitudes emprendedoras pueden influenciar a las actividades pero pueden a su vez ser influenciadas por éstas. Por ejemplo, la legitimidad del emprendimiento en una sociedad puede ser influenciada por el hecho de que la gente conozca a alguien que ha iniciado un emprendimiento recientemente. Esto puede darse tanto por el nivel de la actividad emprendedora como por la actividad de redes sociales existentes en la sociedad. Las personas que conocen otras personas que recientemente han empezado un emprendimiento podrían, a partir de la familiarización con el proceso, considerar el emprender como algo legítimo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario